Tras las últimas elecciones generales, llevamos meses oyendo la retahíla en medios de comunicación y redes sociales de una supuesta polarización política en el Estado español.
Temas como la ley de amnistía, la renovación del poder judicial o los rifirrafes a golpe de frases vacías en el congreso de los diputados son los que ocupan la actualidad política nacional. Sin embargo, los problemas que día a día afectan a las personas trabajadoras parecen normalizados y asumidos.
Las medidas “anticrisis” del gobierno son en la práctica completamente insuficientes e irrisorias, destinadas, parece, más a un lavado de cara y a un ejercicio de propaganda gubernamental que a pretender aliviar realmente los problemas sociales y económicos que sufre el grueso de la población.
La ridícula subida del salario mínimo interprofesional o la renovación de ayudas tras finalizar el paro no son más que una tirita minúscula que no sirve parar la hemorragia creada por el problema de fondo que afecta a lxs trabajadorxs en los últimos meses.
La inflación y deflación, el drástico aumento de la carestía de la vida asfixia a las familias trabajadoras. El aumento generalizado de los precios sobre todo en los sectores de la alimentación, el transporte o la energía, unido al desmantelamiento del sistema sanitario o la falta de recursos en el sistema educativo, evita que las personas asalariadas y autónomas puedan alcanzar una vida, plena, tranquila y digna, acarreando problemas de salud mental como ansiedad o depresión, las grandes epidemias silenciosas de nuestro tiempo.
No faltan voces que señalan que dicha carestía de la vida es un problema global, ante la que el gobierno de turno no puede hacer mucho, puesto que son problemas que “vienen de fuera”.
Reconocemos que el aumento de precios generalizado está relacionado con problemáticas que se dan de forma internacional, sin embargo, cabe recordar que dichos problemas son de nuevo causados por un modelo económico, el capitalista, que tiene enfrentadas a sus potencias en una guerra comercial y armada, que están generando desestabilización en el transporte y producción de recursos.
Como siempre, las consecuencias más feroces las pagan las personas humildes, a base de muertos en Palestina, Siria, Yemen o Ucrania, a base de apreturas económicas en los países sin conflicto bélico.
Aquí en la Sierra, dichas apreturas las vivimos como dificultades para el pago de alquileres o para adquirir una vivienda, la falta de medios sanitarios como el cierre de urgencias rurales o la falta de personal de pediatría, las malas condiciones del transporte en la red de autobuses, el lujo que supone desplazarte en coche por el alto precio de los carburantes. El mismo lujo en el que se está convirtiendo poder adquirir alimentos de calidad o mantener nuestros hogares en una temperatura aceptable.
En nuestra opinión, todos estos son nuestros verdaderos problemas y no los “juegos de tronos” que se traen entre los Sanchez y Feijoo, los Puigdemones, las Yolandas e Irenes Monteros o los fascistas de Abascal.
Probablemente ya todxs lo sabemos, pero la clase política no se va a hacer cargo de nuestras problemáticas diarias, sobre todo porque son ellxs quienes las provocan al destinar de forma prioritaria los recursos que generamos entre toda la clase trabajadora a salvar entidades bancarias, al negocio de la guerra o a allanar el terreno a grandes empresas.
Es por ello que desde CNT-AIT Sierra de Madrid llamamos a la clase trabajadora a poner nuestros problemas encima de la mesa y esto, pensamos, solo lo podemos hacer mediante una lucha organizada que confronte con el poder establecido, llamando a que las necesidades populares como salud, vivienda, educación, alimentación de calidad etc. sean el eje prioritario a cubrir y subsanar.
No podemos continuar paralizados,
nos va la vida en ello.
Por la Huelga General que haga frente a la carestía
de la vida y ponga los problemas de la clase
trabajadora en el centro del debate.
